MAREA BAJA de Alejandra Coz es el primer libro de esta poeta chilena, con el que se inserta en la poesía y en la literatura del país. Libro breve y singular por sus características óseas y poco concesivas con las retóricas ligadas al estereotipo que se anida en las estructuras de poder ligadas a las emociones subjetivas del amor, en especial y de los afectos, las emociones de la mujer, en particular. Más bien, desdeñando la retórica, Alejandra Coz plantea un solo paradigma que como una línea recta recorre el volumen de su texto, específicamente como un chorro de agua que se hincha y se adelgaza fluida y especularmente, en contacto con el otro. Para decir simplemente que es ella la dueña de una construcción imaginaria de sí misma y del otro que, desde un vértice del espejo, la mira. Es ella la que observa y refracta, una tras otra, la sucesión de máscaras a las que desecha, amparándose en el sintagma del significante del blanco que la enmarca y la amarra dentro de esa especie de lápiz que sostiene encargado de romper la ilusión especular y fantasmática del otro. Otro que la pre supone y la presiente en la ira, en el espasmo de la rabia, cuando el deseo de ser y poseer la acometen.
Es que el texto de Alejandra Coz ilumina con su parquedad significativa las tesis de la filosofía norteamericana, Judith Butler, quien ha afirmado que el sexo es performático, que la construcción cultural y social del sexo es una producción de toda cultura. Lo que ha dicho Judith Butler ha sido decisivo para el feminismo, pero no es tan único y tiene historia en la literatura psicoanalítica, con Joan Rivière, en su texto “La feminidad como máscara” durante la primera mitad del S.XX. Allí sostiene que efectivamente la feminidad puede ser experimentada como angustia de castración por las mujeres en la medida en que les impide su realización, la proyección de su ser en otros sentidos.
Es precisamente esa fragilidad de la construcción femenina la que pone en escena Marea Baja. Con un conjunto de sintagmas, que adjetivan esa debilidad de la construcción, la histeria de la que hablara Freud y que motivara el texto de Luce Irigaray, Speculum, en el que conecta la psiquis femenina con el lado oscuro del espejo, el reverso de la cultura sobre el cual se ha apoyado la historia creada por el hombre.
Esta Otra sería el lugar intuitivo, oscuro, lunar, secreto de la mirada cultural, que lo reprime y lo oculta por parecerle temible, pequeño y nocturno. Mientras que él se reserva el lugar productivo, claro, solar de este binomio.
Dualidades que han garantizado la cultura occidental, desmontadas por los filósofos Jacques Derrida y Michel Foucault. Por psicoanalistas y escritoras como Hélène Cixous y por Luce Irigaray.
El texto de Alejandra Coz en cierta medida ocupa ese problemático lugar de enunciación: el femenino, pero lo hace partiendo de una línea delgada, la que de un flujo, un chorro de agua enmarcado por las dos matrices del espacio enunciante, su margen y soporte, que lo contiene y sostiene y lo hace retroceder hasta llegar a su lugar fundante. Ese espacio de enunciación – ese- yo soy – se afirma pues en un diálogo con el masculino al que contesta:
De esta manera el texto replica de manera paradigmática a la invasión del sistema cultural falogocentrista y masculino opresor, que de manera determinante, invade y limita la representación del ser de la mujer, limitándolo a los huesos de una fantasmagoría cultural de poco gasto- y habría que señalar también de escaso por no decir nulo ingreso económico. Como lo revelan la siempre parca paga salarial que reciben las mujeres.
Alejandra Coz ha trabajado visualmente en una sola dirección su paradigma: la estrechez del constructo femenino, lo histérico de ese gran control para una ausencia, que ella visibilizan con los grandes márgenes blancos que aíslan, aplastan y perturban ese yo. Su ubicación en el agua, en la marea, la pone en relación con el lugar uterino y seminal de los femenino – maternal: para intentar abrir y revelar el escenario de la contradictoria mujer contemporánea, a la que aún sujetan los fantasmas del poder estereotipante del sistema.
Publicado en Cine y Literatura