Dirigida por Alfonso Cuarón, fue estrenada en Octubre de este año. Roma es de una cámara excepcional, con una estética sutil, acompañada de silencios y sonidos que evidencian la belleza de los planos, la profundidad de sus significados que están plagados de simbolismos y la inspiradora sensibilidad del director, que con una coherencia impecable es capaz de transmitir al equipo completo lo que quiere legar y el evidente talento del equipo para recibirla y para lograr plasmar de manera muy bien acabada la producción.
Es un film que abre muchos engranajes y los va cerrando con un tiempo que deja fluir permanentemente el correr de la historia, respetando siempre los ritmos de cada personaje. Los círculos se van cerrando en la medida que cada uno va reconociendo su peregrinaje y transformación en la vida.
Película en blanco y negro ambientada en los años 70 en México. Parte con una bellísima imagen de agua sobre un piso que se restrega una y otra vez, solo se escucha el sonido de la escoba en el suelo mojado y del agua que se lanza con un balde, en un plano detenido donde la imagen de la espuma a medida que se barre va dejando entrever un reflejo de una ventana o puerta que a su vez es atravesada por la toma de un avión en pleno vuelo.
Cuenta la historia de una mucama indígena mexicana y también la historia de su patrona y de la madre de la patrona y de las otras tantas mujeres que aparecen. Narra la historia de México también. No hay ficción sino una realidad tangible y cruda que atraviesa transversalmente lo femenino. Aborda desde muchas aristas el ser mujer. Desde la historia de una nonata, no deseada que en una imagen en segundo plano es amortajada, quedando como una posibilidad, como un suspiro sobre una camilla de hospital, el dolor de la madre y sus ambivalencias, la culpa expiada posteriormente, del sentimiento de no haberla querido. Culpa y dolor que logran ser contenidas por su patrona y sus cuatro hijos a quienes la mucama cría y cuida como suyos. Hay una profundidad en cada diálogo, la delicadeza que muestra el poder transmutador que posee el mar, ese poder que es capaz de purificar, limpiar para luego sacar fuera lo atorado. Porque después de arriesgar su vida sin titubeos logra salvar a los niños que están siendo llevados por la marea, ella sin saber nadar se inserta con paso firme y los lleva a tierra, sólo después de esa experiencia es capaz de echar fuera la culpa que la oprime, culpa que muchas mujeres han vivido y seguirán haciéndolo, esa contradicción que pide vida y que por otro lado ruega que no suceda. Este no querer que nazca su hija, habla en cierta medida de protección, de no querer que otra fémina se exponga a la abismante desigualdad. Y por otro lado muestra esa solidaridad ancestral, de útero que tenemos las mujeres con nuestro género. La manera que se van sosteniendo unas con otras sin importar la clase ni el origen, en una mudez cómplice y aguerrida.
Los actores Yalitza Aparicio y Jorge Antonio Guerrero en «Roma» (2018)
Hay imágenes que abren caminos y que luego las mismas los cierran, como cuando la patrona se despide por la espalda de su marido sabiendo que será una despedida de ruego sin regreso, mientras desfilan por la calle para luego cerrar el ciclo con una nueva marcha y una nueva patrona ya empoderada.
Historias reales, dolorosas y lamentablemente triviales donde el hombre pone su pie sobre la mujer. La protagonista indígena es abandonada apenas su supuesto compañero es informado de su embarazo, el marido de la patrona a su vez abandona a la familia, imagenes de mujeres llorando y pidiendo auxilio después de una matanza en una protesta estudiantil.
Se habla de artes marciales desde el poder que éstas otorgan y se habla del libre albedrío, y de las diversas posibilidades que la vida otorga. La bella imagen de la mucama cuando junto al maestro Zen, es la única capaz de ejecutar el ejercicio heroico de juntar las manos sobre la cabeza y levantar una pierna con los ojos cerrados.
Roma es una película maravillosa, emotiva que queda girando internamente dentro del espectador, siendo imposible no envolverse en su sencillez y belleza. Ganadora del León de Oro, Premio del Cine Independiente Británico a la Mejor Película Independiente Extranjera, New York Film Critics Circle Award al mejor director, mejor película y a la mejor fotografía. Disponible en Netflix.
Crítica para Cine y Literatura